Gästanvändare
30 juni 2023
Habitación: 273 Fecha de entrada: 29/05/2023 Tarifa: A la entrada de la ciudad, a unos veinte minutos a pie del centro histórico, en medio de un barrio residencial de amplias avenidas ajardinadas, y unifamiliares con jardín encontramos una enorme parcela, con gran jardín y exuberante vegetación que recoge este hotel que -sin duda- tuvo tiempos mejores. Un gran edificio de tres alturas, de corte clásico, y líneas rectas, recubierto por grandes placas de piedra rugosa en tonos salmón, y roto por ventanas cuadradas de aluminio marrón oscuro. Un carril de conducción, enmarcado entre parterres y jardineras, con algunos vehículos aparcados nos sitúa ante media docena de escalones en mármol blanco que nos dejan frente a una larguísima cristalera de aluminio y cristal oscuro con dos puertas automáticas que acceden a la recepción. A ambos lados de los escalones, de forma simétrica hay sendas rampas de acceso para evitar las escaleras. Atravesamos dos pares de puertas consecutivas de cristal, separadas por una zona con una mullida alfombra antes de entrar en una inmensa y algo desangelada recepción. Todo resulta demasiado clásico, demasiado antiguo, demasiado apagado. De frente encontramos un largo mostrador de madera oscura partido en dos con una columna en tono amarillento en el centro. A derecha e izquierda se abren sendos -y simétricos- enormes y largos espacios con viejos sofás tapizados en terciopelo de los que te hundes al sentarte. Paredes con madera, ventanas al exterior protegidas con cortinas blanquecinas, algunas mesas, algunos muebles de corte clásico, algunas columnas y focos de luz -algo fría- en el techo rellenan un espacio que parece languidecer. Sobre el mostrador, la pantalla del ordenador, y detrás, una señora que nos atiende fríamente recogiendo nuestros datos. El proceso de registro es lento. Al final, tras firmar un documento, nos entrega una cartulina con la tarjeta que hace de llave de la habitación. Nada más. El wifi, gratuito y correcto, funciona sin contraseña, y lo descubrimos nosotros mismos mientras caminamos hacia la derecha para llegar a los ascensores. Son tres, de puertas metálicas automáticas. En su interior, suelo de mármol *****, paredes de madera, mármol y un espejo al fondo, y botonadura metálica. Las puertas se abren a un amplísimo recibidor en el que confluyen los dos pasillos de las habitaciones. Moqueta color granate, paredes en tono oscuro y puertas, viejas con molduras en blanco. Tras ella, el suelo pasa a ser de madera, bastante cuidada y renovada. Paredes en estuco color crudo, luces algo amarillentas en general y sensación algo antigua y desangelada. En un corto pasillo antes del dormitorio encontramos a la derecha un armario con tres puertas labradas en blanco. En su interior un colgador largo, otro corto, cajoneras y una vieja caja fuerte. A la izquierda, la puerta del baño, que no termina de encajar del todo y junto a ella una ranura para introducir la tarjeta y que se activen las luces. El aire ac
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